Hay tiempos en que el destino de las gentes se decide en los despachos. El de Argimiro, muerto en vida, republicano que vive encerrado en un zulo y sólo sueña con la venganza; el del médico judío Arnaud y su esposa, que deciden marchar de París por miedo a las represalias; el de Miguel Ángel, diplomático en Lisboa que busca fuera aquello que no encuentra en casa, o el de Isabel, cuyo único sueño es encontrar a su hermana, desaparecida durante la guerra, y que entretanto será capaz de hallar el amor. Y, como el de ellos, el de tantos otros. Porque en 1940 el mundo conocido es otro, y todo parece a punto de cambiar. Hitler, líder supremo de la Alemania nazi y dueño de medio mundo, trata de ganarse las simpatías de los españoles al tiempo que planea una campaña de conquista de Rusia. En España, ya finalizada la guerra civil, el hambre y la represión se han apoderado de las calles, mientras Franco, Generalísimo y libertador del país, se plantea recuperar Gibraltar y declara la no beligerancia. Desde Whitehall, Churchill, entre calada y calada de sus grandes puros, atiende a cualquier movimiento de los países cer